Es cierto que los tiempos no están para ir de un sitio a otro y que en las últimas semanas estamos comprobando alguno de los efectos no tan beneficiosos de la globalización, al comprobar la rapidez con la que se puede transmitir un nuevo virus.
De todas formas, la parte positiva de esa globalización estaría en que al igual que se propaga el virus se podrá propagar la solución, una vez encontrada la vacuna.
Esto antes, lo uno y lo otro, era impensable, así que no nos quedemos sólo con lo malo. No existen las verdades absolutas y todo puede tener su parte negativa y su parte positiva.
Por supuesto, hay que tomar medidas para evitar que la enfermedad se extienda pero sin perder la cabeza. Hay cosas que tienen que parar pero en otros sectores se puede seguir trabajando, sólo es cuestión de adaptarse a las circunstancias. Si paramos de producir se parara el consumo y si eso pasa pagaremos también las consecuencias.
Al hilo de esto, recuerdo una conocida historia que publiqué hace unos años sobre lo de no quedarse parados:
Esa crisis no está sirviendo también para comprobar que se puede teletrabajar y no se para el mundo. Evidentemente, en algunos sectores, no en todos se puede teletrabajar, pero sí se puede (aunque sólo sea parcialmente), ¿por qué no hacerlo? ¿Por qué seguir haciendo las cosas como siempre? ¿De verdad crees que el «presentismo» tiene algún sentido actualmente?
Ojo, que soy también consciente de que lo de trabajar siempre en remoto puede tener sus inconvenientes, que por mucho sistema de videoconferencia y mucha tecnología, el roce hace el cariño y eso es difícil de sustituir… y ya sé que lo de «el roce» no es muy políticamente correcto en los tiempos que corren, pero es sólo una expresión… 😉
Sí, ya sé que sin ese «roce» tampoco hay transmisión de virus, pero no nos volvamos paranoicos, que me veo a más de uno trabajando totalmente solo en casa con la mascarilla… ah, y ya sabéis que si no queréis coger ninguna enfermedad, la solución es sencilla: ¡haceos autónomos! 😉
No quiero terminar sin transmitir mi gratitud a todos esos profesionales sanitarios, transportistas, y empleados del sector alimentario que gracias a su labor permiten que vivamos esta anómala situación con la mayor normalidad posible