En los últimos meses estamos viviendo una situación anómala que nos ha llevado a modificar todos nuestros hábitos de consumo, nuestra forma de trabajar, incluso la forma de relacionarnos… ¡y lo que nos queda!
El mundo no volverá a ser como antes, lo cual no tiene por qué ser malo: será diferente. «Ya, pero es que yo quiero que todo sea como antes»; ya, ya, pero es que esto no va de lo que tú quieras, va de que nos enfrentamos a un problema al que tenemos que combatir haciendo las cosas de otra forma.
Lo de que vamos a salir mejores, eso ya no lo tengo tan claro, pero ese es otro tema…
En lo que se refiere al entorno laboral, es evidente que muchos de los denominados «trabajadores del conocimiento» no volverán a pisar una oficina y/o cuando lo hagan será de manera excepcional, lo cual tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pero lo que está claro es que está pandemia ha tenido una víctima clara: el «presencialismo».
Asumiendo, que la forma de interactuar en el teletrabajo es muy distinta a cuando estamos en un mismo espacio físico y que hay matices que la tecnología nunca podrá igualar; es evidente que tenemos que ser capaces de manejar las herramientas que nos permitan desarrollar nuestra labor sin problemas.
¿Cómo lo hacemos nosotros? La verdad es que nuestra organización es un tanto peculiar, ya que aunque trabajamos bajo una misma marca, a su vez conservamos cierta independencia; esto unido a que no tenemos una oficina física hace que esto del teletrabajo no nos pille de sorpresa.
Lo de no tener oficina nunca nos ha supuesto ningún problema, ya que cuando la hemos necesitado, hemos utilizado un centro de negocios. Más que nada, para tener la excusa de quedarnos luego a tomar algo… 😉
¿Qué herramientas utilizamos para mantener el contacto? Pues, aunque hemos probado varias, al final hemos centralizado todo en Microsoft Teams, condicionados un poco por el hecho de trabajar con las aplicaciones de Office365.
¿Es la herramienta perfecta? Probablemente no, ya que probablemente ninguna lo sea. Todo es relativo y depende de lo que necesites. A nosotros es una herramienta que nos sirve para mantener la información centralizada, mediante el uso de grupos y canales.
Y también como herramienta de videoconferencia cuando mantenemos la reunión mensual de revisión general o cuando surge alguna situación que lo requiera.
Antes habíamos probado Slack y aunque al principio costó, al final le cogimos cariño. También utilizamos Zoom para videoconferencias, pero al final decidimos utilizar todo del mismo fabricante, simplemente por no volvernos locos.
Probablemente, si nuestra solución ofimática fuera GSuite, optaríamos por otras herramientas como Drive y Meet.
En cualquier caso, eso es lo que utilizamos internamente, después, como cada cliente tiene las suyas, estamos habituados a trabajar con la mayoría de ellas, aunque eso no quita con que a menudo nos toque vivir con situaciones similares a las del siguiente vídeo:
Es evidente que tenemos muchas cosas que mejorar y que las videoconferencias han venido para quedarse, así que más nos vale acostumbrarnos al uso de las mismas y a tener un manejo básico de las plataformas más habituales, ya que aunque todas son parecidas,, es conveniente tener claro cómo manejar las funcionalidades básicas: activar/silencia el micro, compartir pantalla, enviar un documento…
Y luego, por supuesto, tenemos que tener cuentas elementos como la calidad del sonido, el ruido de fondo, el espacio que se está proyectando… no os fiéis de los fondos virtuales que nos facilitan algunas de esas aplicaciones, que yo he visto algún «artista invitado», en más de una ocasión 😉
Aparte de las herramientas, hay que saber también adaptar los procesos.
En nuestro caso concreto, nuestro negocio se basa en servicios de Consultoría y Formación. Ambos pueden ser realizados, en el 95% de los casos de manera remota, pero no puedes plantear igual una reunión presencial que una en remoto, no tiene nada que ver, ni la forma de interactuar, ni la forma de transmitir el mensaje… o no debería tener nada que ver.
Y lo mismo sobre las sesiones de formación. Si ya es complicado mantener el interés de alguien cuando lo tienes delante y puedes ver sus reacciones, ni te cuento cuando está al otro lado de la pantalla.
Y esto no ha hecho nada más que empezar, porque las formas de gestionar también deben adaptarse a los nuevos tiempos. En nuestro caso, es algo que nos afecta de manera indirecta, ya que aunque nosotros no tenemos una estructura jerarquizada, ni mucho menos, trabajamos con todo tipo de clientes, la mayoría de ellos anclados en la «vieja normalidad» y tenemos una largo camino por delante para llegar a la cumbre del nuevo mundo.